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COMO AFRONTAR LOS SUSPENSOS DE NUESTROS HIJOS por Carlos Pajuelo

En los próximos días llegarán nuestros hijos con los boletines de notas y con ellos, en algunas casas, se prevé tormentas, lluvia de calabazas, ingesta de tilas y todo esto acompañado de un desbordamiento  de emociones.
Para el éxito escolar y académico de los hijos parece que siempre estamos preparados, nos hace sentirnos orgullosos, y lo atribuimos a que la criatura, además de parecerse a nosotros, está muy bien educada.
Para el fracaso no estamos tan bien preparados, y tampoco para los suspensos de nuestros hijos, y lo que les acarrea: falta de motivación, sensación de fracaso, los deseos de abandonar la escolarización se convierten en frecuentes causas de conflictos y malestar en la familia.
Por todo ello, resumo las cuestiones que deberíamos hacer los padres tras leer el boletín de notas:
1) Mantener la calma. Si las notas son muy malas o malas o regulares, y ves que te vas a enfadar cuando le digas lo que estás pensando, lo mejor es que te controles y le digas a tu hijo: “más tarde hablamos”. De lo que se trata es de no dejar que aflore nuestra rabia, nuestra decepción, porque eso no nos va a ayudar a decir lo que realmente tenemos que decir.
2) No dramatizar. Hay padres que ante los suspensos de los hijos adoptan una actitud depresiva. “Hijo me estás matando”, le soltó un padre a uno de 17 años que había suspendido 6 asignaturas de 2º bachillerato. Si los suspensos nos matasen de verdad ¡anda que no iban a estudiar los niños! Cuando los hijos suspenden, necesitan padres animados a seguir la lucha. Estaremos disgustados pero ¿vamos a abandonar?… Pues entonces, a la tarea.
3) Una vez tranquilos, preguntar a los hijos por qué creen que has obtenido esas notas. La respuesta, sí o sí, tiene que incorporar con absoluta claridad el mensaje “porque no he estudiado nada o lo suficiente”. No se puede aceptar ninguna excusa tipo “mala suerte”,  “me tienen manía”,  “no valgo”, o “no puedo”. Mientras los hijos no se den cuenta de que son los responsables de sus suspensos, difícilmente van a poder dar respuestas eficaces.
4) Tampoco debemos olvidar que los suspensos tienen unas consecuencias (que es una palabra más apropiada que castigo). Estudiar es su responsabilidad y, si no asumen su responsabilidad, algo van a dejar de obtener, algo van a perder. Y por eso es necesario que estemos lo más tranquilo posible, porque con la yugular a punto de reventar parecerá que aplicamos las consecuencias  porque estamos enfadados, y además, se nos puede calentar la lengua, y proponer consecuencias que luego van a ser difícilmente realizables.
5) Si nos dicen que lo que quieren hacer es dejar de estudiar os recuerdo que, desde bien pequeños, nuestros hijos tienen que tener claro que el tema de los estudios no es negociable, y que concluirá cuando alcance un determinado título (En unos casos la ESO,  en otros el Bachillerato, en otros un Ciclo Formativo de Formación Profesional). Así, cuando amagan con que quieren dejar de estudiar, les recordamos que cuando terminen  entonces lo trataremos. Y en este punto hay que ser tajantes.
6) Confeccionar junto a ellos un plan de trabajo para las vacaciones. Que sea realista en cuanto al número de horas, y que permita a los hijos obtener algún privilegio si lo cumplen.
7) Tenemos que seguir ayudándolos a que desarrollen más motivación e interés por el estudio. La motivación de los hijos no está en nuestras manos, pero recordemos que la podemos estimular, y aprovechemos también el tiempo de verano para seguir haciéndolo.
8) Valorar más el esfuerzo y dedicación a los estudios que el resultado del estudio. Y animar a ser constantes aunque los resultados no sean los esperados  fomentando, desde pequeños, hábitos de estudio. Con trabajo,  los resultados terminaran llegando.
9)Las clases de refuerzo en verano pueden ser muy útiles si ayudan a nuestros hijos no sólo a aprobar, sino a lo que es más importante para ellos: a organizarse en los estudios.
10) Y por último: Confiar y no desesperar, suspender incluso repetir un curso en algunos casos no es un fracaso. Los hijos, al igual que nosotros, pueden pasar baches. En esos momentos es cuando más necesitan nuestro apoyo, nuestra firmeza y nuestra guía. La vida se vive durante toda la vida. Ánimo.


Y te recuerdo que tú, como padre o como madre, has hecho muchas cosas para educar a tus hijos, así que tú sí has aprobado, pero la educación de los hijos no disfruta de vacaciones. ¡¡¡Animo!!!

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